30 noviembre 2007
Sobrevolando Córdoba
Hoy ha sido un día duro. Me he bañado en la mini-piscina del Hostel, he jugado al ping-pong un remedo de la copa Davis y he paseado un poco por el parque cercano. Y es que hace muuucho calor aquí, en Córdoba, y quería descansar un poco del tute de los últimos días. Pero vamos por partes...
Llegué a la que es la segunda ciudad del país hace ya cuatro días procedente de Santa Fe, y nada más llegar al Hostel me esperaba un estupendo asado preparado con esmero por un portugués y devorado al alimón por tres franceses, tres alemanas, dos australianos,un canadiense, un holandés y los dos representantes ibéricos. Así que por fin pude hacer uso de la bota que me regalaron Alvaro y María e irme a la cama a una hora razonable y en un estado de semiembriaguez que pudo ser peor de haberme quedado más tiempo con mis jóvenes nuevos amigos, especialmente con uno de los aussies, estudiante de arquitectura y borracho como el solo, y que parece haberme adoptado como una especie de consejero espiritual personal.
Al día siguiente, y desafiando a la resaca, me arrojo a recorrer las calles de la ciudad, una de las más ricas de Argentina en lo que se refiere a patrimonio arquitectónico. Y, como algunos monumentos sólo puden visitarse de esa forma y venciendo mis prejuicios, me apunto en la oficina de turismo a una visita guiada por el centro. Lo que al final resulta ser un acierto, ya que soy el único inscrito y la guía se pasa más de dos horas enseñándome la ciudad a mí solo y contándome un montón de anécdotas interesantes. Y encima en las iglesias se está tan fresquito...
Pero Córdoba es también una ciudad universitaria y tiene una zona mucho más moderna, donde se ubica el Hostel, llena de edificios pero que muy chulos, especialmente algunos de ladrillo visto con curiosas formas curvas que son del mismo arquitecto... cuyo nombre espero recordar. Como exageradamente curvas son también algunos rasgos de la anatomía de las cordobesas, que si bien en un principio creía debidas a algún tipo de mutación genética congénita, más bien parecen tener que ver con la gran cantidad de clínicas de estética que se pueden ver en lo que se llama Nueva Córdoba.
Donde, paradójicamente, tambien abundan familias enteras a la búsqueda de algo que llevarse a la boca, aunque quizá no en la exagerada proporción de Buenos Aires.
Y al día siguiente... tachan!, por fin me pego el gustazo de hacer algo que llevaba mucho tiempo queriendo hacer. Y es que por bastante menos de lo que cuesta en España puedes tirarte en paracaídas desde un aeródromo cercano a la ciudad. Así que allí me encamino para enfundarme un mono amarillo raído que me está un poco pequeño y subirme a una pequeña avioneta que me confiesan es nada menos que del año 64!
En el avión, que se mueve como una barca, vamos el piloto, el instructor que se tira conmigo, otro paracaidista con una cámara de video y otra de fotos incorporada a su casco y, por supuesto, yo mismo. Voy tranquilo, pero cuando la puerta se abre a 2500 metros de altura dan ganas de arrepentirse... Pero ya no hay vuelta atrás, así que allá vamos! Grito como un poseso en los primeros metros de caida, pero cuando ya adoptamos una mejor posición y la trayectoria es más recta el subidón es impresionante y se me pone una sonrisa en la cara que ya vereis en las fotos.
Eso sí, el tirón que te pega el paracaídas al abrirse a unos 1000 metros aún me tiene doloridas ciertas partes. Pero por mí repetiría mañana mismo...
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1 comentario:
El tema del Hostel da la sensación de que tiene mucho tirón y te permitirá hacer amigos facilmente, fantastico.
Tu madre dice que estás como una p... cabra, por lodel parachute, y que cultivar demasiado a Baco te traerá consecuencias graves en tu vejez (como a mí).
Disfruta y cuelga fotos de Cordoba, incluye algun "Pibe", que son de allí.
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