26 noviembre 2007
Atravesando el Uruguay
Buff, hacía ya días que no me pasaba por aquí... pero tuve la feliz idea de atravesar Uruguay de Este a Oeste y, desoyendo los consejos de los oriundos, sin pasar por la capital. Pero es que Montevideo está situado en el extremo Sur del país, y, en un alarde de soberbia primermundista, me negaba a aceptar que, por poner un simil geográfico más cercano, para ir de Barcelona a Vigo debía pasar irremisiblemente por Cádiz.
Y sí, lo he conseguido... pero he tardado cuatro días en llegar a Córdoba, tomado siete u ocho autobuses (ya perdí la cuenta) y pernoctado en lugares donde me han llegado a preguntar qué estaba haciendo allí. Pero no me arrepiento. Al menos he conocido el Uruguay que no sale en los folletos turísticos. Ese donde los autobuses paran en cualquier lugar del camino que se les indique, donde los hombres aún se pasean con sus pantalones de gaucho y su sombrero bien calado, y donde las gentes te saludan al pasar desde las puertas de sus casas.
Para quien le interese, el itinerario seguido fue el siguiente: Barra de Valizas - Castillos - Rocha - Treintaytres - Melo - Tacuarembó - Paysandú - Colón (ya de nuevo en Argentina)- Santa Fe - Córdoba. En total varios cientos de kilómetros de llanuras siempre verdes con sólo alguna que otra suave colina salpicada por pequeños núcleos arbolados e infinidad de vacas y algunas menos ovejas. Ah! y también unos pocos ñandúes, que para los que no coleccionaron cromos de animales en su infancia, son como pequeños avestruces desteñidos.
Y los pueblos? Pues todos iguales, la verdad. Una plaza cuadrada alrededor de la cual están los edificios más representativos, una calle comercial que sale de alguno de los lados de aquella, y manzanas clónicas ordenadas en perfecta retícula.
Quizá lo más emocionante del viaje (quitando encontrar hotel en Melo a la una de la mañana) haya sido el cruce de la frontera con Argentina a través del Puente General Artigas, que une Paysandú con Colón pasando sobre el inmenso Río Uruguay y que es cortado habitualmente debido a las protestas por el conflicto de Botnia (no, no dije Bosnia, hay que leer más los periódicos, eh...)
Pero el cruce se hace sin más complicaciones que alguna que otra demora a añadir a las ya habituales y enseguida tomo, ya del lado argentino, un nuevo e increiblemente cómodo bus-cama que me lleva a Santa Fe. Atravesamos la provincia de Entre Ríos sin mayor complicación y la inesperada y espectacular compañía de miles de luciérnagas que habitan en los numerosos humedales que vamos atravesando a lo largo de todo el camino. Pero lo más sorprendente es que, para llegar a Sante Fe hay que cruzar el río Paraná y esta vez se hace...por debajo! A través de un angustioso tunel por el que apenas cabe el autobús y que se extiende durante casi dos kilómetros. Resulta muy, muy claustrofóbico. Pero aquí estamos...
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