Ya estoy en Chile... aunque mañana temprano regreso a Argentina. Ha sido sólo una escala técnica (prevista en teoría para más adelante) para ver las Torres del Paine antes de partir a Usuhaia.
Pero vamos por partes... La nochebuena resultó más aburridilla de lo que esperaba, pero quizá mis expectativas eran muy altas y al final se limitó a cena y posterior salida en desbandada a tomar una copa al pueblo, lo que provocó este resfriado que hoy exhibo con dignidad. Eso sí, el cordero que preparó Pablo, uno de los chicos del Hostel, me encantó. El puto reguetón que ponían todo el rato en las discos (dos) de El Calafate, no.
El día de Navidad ya me levanté un poco tocado, así que me lo pasé vagueando, yendo a pasear un poco por el pueblo desierto, y charlando de lo divino y lo humano con el staff del albergue y con mis compis de habitacion, tres tipos divertidísimos y a cual más friki (escocés, irlandés y texano) que estuvieron poniéndome los dientes largos contándome como había sido su viaje a la Antártida después de encontrar un billete "barato" de última hora en Usuhaia. Afortunadamente yo ya tengo reservado un pasaje de barco para el día cuatro de enero desde Puerto Natales a Puerto Montt, así que no podré caer en la tentación...
A pesar de ello, decido parar un par de días en Puerto Natales, Chile, para visitar Torres del Paine, ya que no sé si después de fin de año me dará tiempo. El viaje desde El Calafate no es demasiado largo, pero los trámites en la frontera son un coñazo y nos obligan a bajar del autobús y abrir nuestras mochilas para verificar que no llevamos fruta fresca o carne cruda?? Pero claro, hay un montón de israelíes a bordo, y a pesar de que nos han advertido veinte veces, ellos hacen oídos sordos y se monta el pollo, aumentando el considerable retraso que ya llevamos acumulado. Al menos se quedan finalmente con la multa!
Y nada más bajar me encuentro con la pareja de catalanes que conocí en El Chaltén y me invitan a cenar con ellos. Así que tras encontrar un alojamiento más o menos digno, dejar mi ropa en la lavandería y reservar un billete de bus a Usuahia (12 horitas de nada) me encuentro con ellos para comer pescadito e intercambiarnos las direcciones que nos nos dimos el otro día. Así que habrá que ir a Girona...
Como estoy un pelín pocho decido hacer el guiri y me apunto a un tour organizado a Torres del Paine en vez de ir a caminar. Además, a diferencia de en El Chaltén los trekkings chulos están muy lejos de la ciudad y muchos llevan varios días (ahora que no me oye mi madre un irlandés se fué hace un mes y aún andan buscándole por toda la Patagonia...). Eso sí, todo está muy bien señalizado y hay campamentos cada pocos kilómetros para que los trekkers puedan hacer noche. Me refiero a los de verdad, porque luego están esos otros que para subir a una cascada de aguas cristalinas a una hora de camino casi casi asfaltado se llevan todo el equipo de superalpinista, incluída la botella esa que potabiliza el agua. Alguno hasta lleva un guía contratado
Si pudieran oir las risas que se echan los chilenos a su costa...
Y de Torres del Paine que decir, sencillamente impresionante! Pocas veces me he sentido tan pequeño, tan insignificante, y al mismo tiempo tan integrado con la Naturaleza. Es una sensación extraña, como tomar consciencia de que tus problemas no tienen la menor importancia frente al mero hecho de estar vivo. Pero más vale que me deje de espiritualidad barata y cuelgue algunas fotos para que lo flipéis! A ver si en Usuhaia lo consigo...
27 diciembre 2007
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