07 marzo 2008

Arica - La Paz

Salgo de Iquique rumbo al norte a media mañana. Al salir de la ciudad me abandona un poco esa imagen casi idìlica que tenía de la misma. Y es que los suburbios, que no vi al llegar porque era de noche, proyectan una imagen que nada tiene que ver con las torres de apartamentos de la playa. Chapas, maderas y plàsticos son los materiales con los que muchos chilenos han construìdo sus muy precarias viviendas en las laderas peladas que rodean a la ciudad. Curiòsamente, algunas de las màs infrahumanas de ellas exhiben orgullosas una banderita chilena, haciendo gala de ese incomprensible patriotismo que tambièn he podido apreciar entre las clases más humildes de Argentina y Bolivia.

El camino transcurre sin más novedad que kilómetros y kilómetros de tierra y piedras, a lo largo del más árido de todos los pàramos que he visto a lo largo de este viaje. Y ya han sido unos cuantos...
El paisaje al llegar a Arica, ya casi en la frontera con Perú, no cambia demasiado, si bien las dunas que delimitan la ciudad no tienen la dimensión ni el atractivo de las de Iquique. De hecho Arica es como una versión pobre de su vecina sureña, con sus playas situadas demasiado lejos del centro urbano como para atraer a los turistas masivamente. Un centro urbano, por cierto, plagado de malls, tiendas de compañías multinacionales y... prostíbulos. Con razón he leído que el norte de Chile es una de las zonas con mayor índice de casos de SIDA en Latinoamérica.


Allí me quedo en un pequeño hotel con televisión por cable para, lo confieso, poder ver el partido Real Madrid - Roma. Aunque más me hubiera valido ir al cine...
Durante el día paseo por el puerto, donde enormes pelícanos deambulan torpemente hasta que despliegan sus enormes alas y emprenden uno de los vuelos más elegantes que puedan verse. Camino un buen rato hasta la playa más cercana, pero está bastante descuidada y casi completamente vacía, lo que le da un aire un tanto deprimente, así que regreso pronto a la ciudad, justo a tiempo de cenar uno de esos estupendos hot dogs chilenos aderezados con la omnipresente palta (en cristiano aguacate), que aquí se usa incluso para untar las tostadas del desayuno. Absolutamente riquísimas!

Como Arica no me seduce demasiado abandono la ciudad a la mañana siguiente. A lo largo de las diez horas de camino pasamos por el Parque Natural Lauca, donde se elevan imponentes volcanes nevados y comienza a brotar una escasa vegetación de la que se alimentan las numerosas llamas y vicuñas que pueden verse en el camino.
La llegada a La Paz, ya bien entrada la tarde, es impresionante. Al doblar una de las muchas curvas del camino, casi de repente, aparece alli abajo la ciudad, emparedada en un estrecho valle entre gigantescos picos nevados. Parece una locura que una urbe de esa dimensión pueda estar en semejante ubicación. Como una locura es el tráfico, que hace que tardemos casi una hora en llegar a la terminal.


Allí me encuentro en la disyuntiva de, por el mismo precio, dormir en una habitación compartida con otras siete personas en un moderno albergue al lado de la estación o en una habitación con baño para mí sólo en un vetusto hotel en el mismo centro. Como estoy mayor escogo la segunda opción. Estoy en pleno mogollón, y aprovecho para pasear entre el bullicio de las calles aledañas. Toda la ciudad es como un enorme mercado al aire libre donde se vende todo aquello que pueda imaginarse, en la mayoría de los casos en minúsculos puestos que ocupan la acera e incluso parte de la calzada y que hacen que los peatones tengan que sortear como pueden el caótico tráfico. Para relajarme, nada mejor que un plato de sushi boliviano.

Por la noche paso mucho frío, pero tras una ducha caliente salgo a recorrer la ciudad. Es sorprendente como las casitas de ladrillo tosco sin revestir se desparraman por las empinadas laderas tiñéndolas de un feo tono rojizo. Pero lo que se tiñe de gris oscuro es el cielo y comienza a diluviar, así que aprovecho a visitar la impresionante Iglesia de San Francisco y su museo aledaño, donde un guía local con algún tipo de enfermedad nerviosa me ofrece una bienintencionada pero algo desasosegante visita. Cuando para un poco me voy al no menos desasosegante Mercado Negro, donde las cholas exhiben todo tipo de brebajes y ungüentos de brujería, incluídos tétricos fetos de llama que prefiero no preguntar para que se usan.


Vuelve a llover, así que tras un rápido recorrido por la zona más turística de la ciudad vuelvo a mi hotel. Y es que mañana me levanto muy temparano para, en una bicicleta de montaña, descender 3600 metros hasta Coroico en un recorrido de 60 kilómetros a lo largo de una carretera cuyo nombre prefiero no mencionar. Allí hago noche para tomar un barco a la mañana siguiente que, remontando el curso de uno de los afluentes del Amazonas durante tres días nos llevará a Rurrenabaque. Noche de descanso y partida hacia lo que aquí llaman la Pampa y en Brasil el Pantanal, donde nos alojaremos un par de noches más en cabañas de madera, rodeados de vecinos tales como caimanes, anacondas o pirañas.

Así que si sobrevivo a esto no sé yo sí me van a quedar ganas de continuar viaje o voy a volver corriendo a España a que me cuide mi mamá...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Raul, he escrito un comentario anterior, que no se ha enviado/publicado vaya usted a saber por que causas, por tanto lo escribo de nuevo.
Tu madre está muy preocupada por lo que te pueda pasar en los sitios que visitas, la version escrita seguro que es mas light que la real, y espera verte muy pronto, yo por mi parte no estoy tan preocupado porque sé, la experiencia me lo ha enseñado, que aunque te pique alguna araña ponzoñosa o te ataque un caiman, anaconda o los "pececillos que se cuelan por la uretra", sobrevivirás sin gran problema porque has sido bendecido por el dios Destino y morirás placidamente en la cama, cargado de años y quien sabe, de hijos, nietos y demás.
En fin, vuelve pronto porque tienes material para un par de libros al menos, y la vida hay que vivirla/beberla a pequeños sorbos, no dandose un gran atracón dificil de digerir.
Un beso y disfruta.

Anónimo dijo...

Sabias palabras la de este anónimo. Basta de atracón de hechos!!! Queremos tus promesas y tus sueños!!!!!
Por mi parte puedes seguir "deambulando" por algún mes más. Pero no mucho más que te echo de menos.